Bajo una piel que no cicatriza adecuadamente, se encuentran dos personalidades. La misma mente las empuja y apoya. Son dos condiciones en una sola. Y una de ellas me obliga a estar deprimida constantemente. Pero ahora mismo- acabo de parar de hacer deporte para escribir- se me ha ocurrido una comparación no menos que curiosa.
Una de mis dos maneras de ser es un ser apático, melancólico, gris y triste. Vive en una burbuja. Este ser tiene la ventaja de que aporta una intensa sensación de inspiración. Tanto para escribir, como para dibujar. Cuando dibujo en ese estado, las cosas que salen de mi imaginación son un fruto terriblemente trágico, pero me agrada.
Sin embargo, la otra "personalidad" es un ser totalmente diferente. En lugar de buscar dentro de sí mismo la motivación, la busca en la sangre de los demás. Necesita ver dolor y especialmente provocarlo para sentirse vivo. Es un ser superior, que se impone a los demás y es capaz de callar todas las voces. Es un ser al cual admiro, porque hace tiempo que no sé nada de él. Quizá por eso me atrae.
En definitiva, estas dos maneras de ser son contradictorias. Ambas están en relación directa, la gris está subordinada a la egocéntrica. Es como si, dentro de mí, hubiese un judío y un nazi. Como si lo que dictase mi mano derecha lo anulase la mano opuesta. Es a veces divertido, pero normalmente es una tortura, siempre acabo yo perdiendo.
Y por ello me voy a esforzar en unir a esas dos personalidades en una. De momento no le veo desventajas. Además, quiero quedarme con la inspiración de una y el ego de la otra. Creo que es lo justo y equitativo para que yo sea feliz. ¿Y si al mezclar queda algo distinto? Ya hablaré de ello más tarde.