10.03.2012

Angry.

La locura.
Estalla en nuestra cabeza en el silencio más tétrico que jamás se escuchará. Los brazos de las voces imaginarias taponan los oídos desde dentro, y te hundes en tus propias palabras sucias y rotas.
Sonrisas agrietadas y miradas fulminantes como un rayo. 
Gritos que erizan la piel.

Es el puño quien, en sus nudillos, se salpica con su propia sangre. Y son las heridas de éstos las que se hinchan tras dejar la piel raspada en el tronco de un árbol. Esas ganas tan súbitas que tienes de correr hacia ningún lado, esa rabia que te llena los pulmones en cada bocanada de aire con el deseo de espirarlo todo hasta el último hilo de voz de tu garganta. Todo de un grito. Una palabra sin sentido. 

Es el orgullo que te habla desde dentro, sabes que eres un animal. Sabes que tus manos no están hechas para partir cuellos, y por eso los partes con la voz de la palabra. Y cuando ni siquiera matas con ellas, ¿no te dá aún más rabia? Es ese sentimiento que hace explotar hasta a las estrellas muertas. Y hacer de ellas nuevas estrellas ardientes.