10.16.2012

Jerk.

- No tengo un plan aparte de reirme.

La sangre palpita en las sienes y revientan las venas en los ojos. Las lágrimas, de rubíes, bailan en la nieve de los ojos. Como ríos se escurren en las mejillas, y se introducen como larvas en la boca. Vas desde el dolor a lo grotesco, y me haces sentir tan libre. Eres como un enemigo, como un enemigo íntimo, que limpia la sangre de mis manos. Y eres tan divertido que asustas y erizas los vellos de la nuca. 

Las cenizas por segunda vez marcan las metas de toda una vida, cayendo sobre las palmas abiertas de las manos de los muertos. Yo puedo respirar, tú lo sabes. Pero hay una cosa que tú no ves. Y es esa pequeña joya de luz que a la vez es la oscuridad de todo un mundo que no conoces.

Eres hombre muerto en la Tierra de Dios. Eres hombre de astillas y carne blanda en el Infierno. Y eres nieve y cenizas en el mundo de las tinieblas. Eres muchísimas cosas que ni tú mismo conoces. Creo que eres el caos. Pero no el mío, sino el tuyo. Tu propio caos. ¿Quien hay detrás de tí? No me importa. ¿Quién está delante? No me importa. Pero es divertido fingir asombro o miedo. De las llemas de tus dedos brotan unas cuerdas que te atan a tí mismo. Aún no te has dado cuenta. Eres un buen enemigo, porque sabes cómo hacerme reir de mi propia maldad, sin que te la estampe en la cara.

Y he de confesar que temo al que me conoce. Y odio al que no me conoce, a pesar de haber puesto mi empeño en que lo haga.