Las hojas caen formando una alfombra ante el camino que aún no ha pisado. Vaya donde él vaya, el paisaje se vuelve precioso a su paso sólo para formar una imagen inolvidable. Las olas del mar llenan la orilla de espuma blanca, y el agua se vuelve cristalina para que los rayos de luz anaranjados iluminen la marea tranquila, dejando ver las piedras y peces de colores por última vez, antes de que caiga la noche. La luna sale coronando el cielo y cae rojiza hacia el fondo del mar.
El viento se calma para dejarle hablar.
Morir en alguno de esos paisajes conduciría directamente al Cielo.