Esas veces en las que no sabes qué ha podido pasar, no participas en una conversación e intentas saber qué pasaba y de repente se hace el silencio. Esos silencios incómodos, cuando preguntas y nadie te ha oído, y te preguntas ¿pero me ha oído? Y luego vuelves a preguntar y te responden con un "Que no lo sé, pesada".
Esas otras veces que hay un eterno silencio que más que separar, hace que me sienta relajada y unida. Y cuál es la sorpresa cuando pones una estrella en el cielo, para ser borrada por la otra persona. Es entonces cuando resulta que tú has hablado y te escupen una ráfaga de disparos con la mirada. "¿Pero qué le pasa?"
O simplemente cuando el silencio es mutuo, en estado de relax, de dos personas que comparten las palabras en la mirada.
El silencio es como una nube, a veces de tormenta, otras de vapor. Como el sol de madrugada, que brilla y destaca, como el sol de verano, que con su calor entran ganas de matarlo, como el sol de invierno, cegador pero necesario.
El silencio siempre está entre tus dedos, y con las caricias que éstos me brindan, sé que todo está bien. El silencio entre tus dedos, inquieto, vibrando entre palmaditas, y ya se que soy culpable de algo... El silencio, en su brillo eterno, se alimenta en su orgullo de no gastar saliva ante mí. El silencio, en su eterna desdicha, come las entrañas con pensamientos algo malos, ése es el silencio más cruel de todos, cuando un "nada" dice "todo" y hace temblar hasta las piedras.
A veces es como una brisa marina, fresca y relajante. Otras veces es como si fuese arena movediza.
Das Schweigen, the silence, el silencio. Lo odio y lo amo a dos tiempos.