Delante del ordenador, con la mente en blanco. He estado desconectando, y ahora me he conectado a la desconexión. ¿He de seguir así? Ahora tengo que volverme a conectar. Porque si algo caracteriza a la rutina, son sus ataduras.
Escribo una línea, echando de menos a algún individuo x, y la borro. Escribo algo relacionado con el vacío, y lo borro. ¿Qué fue de las inyecciones de miedo? No encuentro más que pan para satisfacer mi mente, que se está durmiendo. Hace unos pocos minutos me quedé en coma, escuchando el ruido que hay en mi barrio, recién traído por la ventana. Y no pensé en nada, en nada. Sólo veo llaves y puertas dentro de mí, pero ya no recuerdo cómo hacía para abrirlas.
Ah, sí. Ya recuerdo. Que impacto entonces, cuando tuve que hacer corchetes y echar un montón de cosas por la borda, para olvidarme de ellas. Pero no las he olvidado. Y el echo de que esté en corchetes, que sean cosas de las que me privo a mí misma, las hacen tan... ¿interesantes? ¿O insensatas? Probablemente ambas. Me siento como en un puto desierto, en el que no llueve de hace décadas. No viene ni una gotita de inspiración a mí. Ni odio, ni rabia, mi ego ha dejado de hablarme... ¿Qué estoy haciendo mal? Sólo trato ahora de evitarme a mí misma, porque sé que algo ahí anda por sus anchas, revolviendo recuerdos y uniendo cabos, destruyéndome a mí misma y a la vez componiendo otra idea de mí.
Es como si me hubiese quemado interiormente. Cuando nos quemamos la lengua, dejamos de saborear la comida, y tragar se hace molesto. Pues ahora, no alcanzo a saborear lo que siento, no tengo miedo a identificarlo, pero es que tampoco puedo.
Ayer mi mejor amigo me dijo que hablo como un tío. ¿Por qué no? Me cabreé por un instante, porque puedo hablar como quiera. Para algo existe la libertad de expresión y la igualdad. Aunque en el fondo no me importan esas cosas, es que si hago algo es porque me lo paso bien. Que yo sepa, en el fondo sólo tenemos la obligación de ser responsables de nuestros actos. Las demás obligaciones son añadidos de nuestros derechos. ¿El tener derechos nos priva de ser libres, dándonos esas obligaciones? ¿Se es libre cuando tu mente viaja, pero no tu cuerpo? ¿Se es esclavo cuando tu cuerpo viaja, pero tu mente permanece inmóvil? Soy esclava de mí, me tengo que obligar a ser feliz aunque tenga derecho a estar triste. Y debo permanecer a mi cuidado cuando mi mente viaja, y se hunde, y se ahoga.