No conozco la envidia, nunca la he padecido. No envidio a nadie, es inútil. Pero, sin embargo, sí que conozco el sentimiento de inferioridad. Está bien que haya gente que hace ésto y lo otro, que yo no puedo hacerlo. Está bien, yo podré hacer otras cosas. Cosas que para mí son más importantes, luego ¿qué problema hay?
Pero ¿y para el mundo? ¿Es igual de importante lo que puedo hacer yo, o lo que pueden hacer los otros? Está claro que los otros están en la cara iluminada de la Luna, cuando todos imaginan la Luna, allí están ellos, en su mente, brillando blancos y bonitos. Pero ¿qué pasa con la cara oscura de la Luna? ¿Acaso por no ser igual, me tengo que quedar en la oscuridad? Gefangen in der Fisternis, sieht sie nie das Licht der Sonne. Como en Kûss Mich, "Atrapada en la oscuridad, ella no ve la Luz del Sol".
Pero veo la Luz, llega a mis ojos. Es a veces un castigo, una tortura. ¿Por qué motivo he de ver lo que pueden hacer los otros, lo que yo no puedo hacer? Quisiera estar ciega, ciega. Ya que estoy en la oscuridad. Y estoy guardándome a mí misma, manteniendo distancias con los demás. Me da rabia no poder hacer esas cosas. Simplemente porque no puedo, ni estoy capacitada, ni lo estaré. Estaría jugando a los dardos, como Guillermo Tell, jugando. ¿Qué flecha da en el hombro y cuál en el corazón? Todas van directas al mismo lugar, y la herida escuece cuando le echo sal. Sí, echo sal a la herida, y froto. Es mi castigo hasta que no pueda hacer lo que todos pueden. Soy una inútil. Completamente inútil.
Sin embargo. ¿Qué es de aquello que sí se me da bien? ¿Qué pasa con eso? ¿A quien le sirve sino a mí? Sé que soy auto-suficiente, sé que soy independiente. Pero todo es hasta un límite. No se puede vivir sólo alimentándose del propio pan.