Lo llaman tristeza. Respirando vacío, resiste a las críticas más duras devolviendo indiferencia. ¿A quien le importa su mundo interior? Tiene más zonas verdes que Central Park, hoteles más lujosos que en Manhatan, posadas más humildes que en los pueblos perdidos. Tiene miles de colores en las ventanas de edificios negros. Tiene luces, sombras, fuego, agua. El viento sopla a favor, pero también te arranca las palabras.
Su mundo interior. Hoy me he pasado por él, una vez más. En la calle de la Timidez se guardan todas esas cosas que sin saber bien porqué, me callo. ¿Hieren? La mayoría de las veces. Cada cosa envuelta en el trapo del silencio, es afilada como un cuchillo. La variedad es grande- desde hachas hasta bisturís-. Pero todas tan calladas. Temo a hacer daño, a ser pesada. Y es que la verdad no solo duele, sino que a veces es indeseada. Mantendré firme la vela, el fuego no caerá. Pero la cera discurre y me mancho, me quemo, aunque no me roce la llama. Quisiera cerrar los ojos, olvidar todos esos cuchillos. Quisiera no pensar palabras crueles, porque sólo me sirven para atormentarme. ¿Por qué pensé aquello, si no lo diré nunca? ¿Por qué soy tan tímida con las cosas que realmente me importan?