4.23.2012

Liebe ist für alle da.

El amor es para todos.
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Aire cálido, clima cálido. Al pisar la arena blanca de la costa, a los dos nos invadió un sentimiento mutuo en la playa: Fiesta. Y así iba a ser, cuando al fin llegué a mi mundo con él. Todo cálido y exótico, había un muro de troncos y huecos para colocar antorchas por la noche. 
- Qué extraño.- Pensé yo, agradada por el sitio.- Qué extraño, me gusta y por eso él seguro que acaba poniéndole alguna pega. Pegas, pegas. Para variar.

Abrí la puerta y el suelo era una gran alfombra roja, aunque en el centro había un gran camino formado por un espejo. Pues por ahí cogí yo. Al principio de su mano, al principio nada más. Miré hacia abajo, hacia mi reflejo. Era mi ego el que estaba abajo, el que me servía de apoyo. Ahora es mi ego el que busca la perfección para mí, no para él. Que agradable. Sin embargo en su mirada había un tono desconcertante.
Cuando llegué a mi Templo, vi un triángulo de ónice, y supe que era mío. El ojo de Horus me observaba solo a mí desde el centro del triángulo.

Yo le miré a él. Mucho tiempo en su mundo, cálido y fácil. Me miré a mí misma. Todo parecía fácil pero ¿acaso lo era? No realmente. Lo intentaba, tan solo. El ojo de Horus estaba sobre la cabeza de mi ego.
- Ven.- Me dijo. Se estaba retorciendo los dedos, estaba nerviosa.
- Dime, ¿qué te atormenta?
- Es él... Es él, estaba en tus sueños.
- Lo sé, ¿cuál es el problema?
- Es maravilloso y sin embargo, está en tu mente. Te puede comer pedacito a pedacito, y cada gota de sangre nuestra, la disfrutarás como si fuese miel.
- ¿Puedes verme las heridas?
- Las siento, pero no las palpo.
- Bueno.
- El caso es que él no es de tu mundo, y tú has querido que así lo sea. 
- Claro, quiero que lo sea, le quiero.
- Whatever. Tan solo quiero decirte que te des cuenta de que no te puede molestar lo que él diga, porque aunque él sea de tu mundo, sus palabras y sus hechos no lo son.
- No es eso, no lo es. Lo que te tienes que dar cuenta tú - le dije a mi ego.- es que mis palabras y mis actos no pertenecen a mi mundo, o a nuestro mundo. Es un mundo nuevo que desconozco, que estamos construyendo entre los dos.


Y es que para mí, soy como un muelle. Siempre en la misma postura, firme, hasta que llega algo o alguien y lo deforma. Me acabo acostumbrando, me vuelvo a la forma. El amor dejó en mí una buena marca, pero ahora he vuelto a mi sitio. Es bueno, porque ahora soy consciente de lo que quiero. Y es malo, porque con el peso de la realidad no puedo volar. Si quiero volver a sentir la misma felicidad que antes, debería pasar algo asombroso. El amor es como la droga, una vez te acostumbras, quieres aumentar las dosis. Si no, te das cuenta de la ausencia. Me doy cuenta de la ausencia de mí misma en mi propia vida. Quiero más, quiero mantener mi mente lejos de mi corazón, pero los dos tienen el mismo ancla de la realidad.