10.17.2011

El burro ahorcado.

Bajo un sol tibio arropado por nubes que chispeaban, estaba yo riendo y paseando con un joven. Se nos veía tan bien, tan felices. De repente uno empezó a correr, y la otra lo siguió. Llovía el cielo, pero no se mojaron.
Después de eso, llegaron a la puerta del instituto, donde se sentaron. El joven no tenía camiseta puesta, ella con sus manos se dedicó a acariciarle el cuello, sentada dos escalones por encima de él. Llegó un amigo, luego otro. Ella se fue con su hermano. Entonces fue cuando dejó de llover.

Miré hacia el nublado sol, pero mi mirada, escaladora de edificios, se detuvo. ¿Que era eso? Un borrico colgando de una ventana. Sí, lo que veo es un burro colgando de una cuerda por una de las ventanas más cercanas al cielo. ¿Qué? Me fijo detenidamente y alcanzo el sonido lastimero del animal, un sollozo pausado, pesado, de agonía y dolor. El burro estaba ahorcado, colgando por la ventana. ¿Quién se habría atrevido a hacer semejante salvajada? Llamé ipsofacta a mi hermano, que caminaba muy despacito al lado de mí. 
- ¿Qué quieres?
- Mira, mira. - Como una niña, le jalé por la manga de la camisa y apunté con el dedo a la ventana.
- Anda, que pesada eres. - Mi hermano se había quedado mirando la punta de mi dedo.

Pues nada, yo empecé a llorar porque resulta que me daba tanta penita ver al burro ahorcado, colgando. En  el nudo de la horca, también había marcos de fotos. Mira, pasó un coche de policía. Le dí dos suaves golpecitos, como el que llama a la puerta de una abuela. Pero los dos policías- bastante bien horneados, por decirlo así- pasaron tanto de mí como del burro. Volví a lanzar una mirada de comprensión al burro, quien seguía vivo con su sollozo ahogado.
Repentinamente, se dio la vuelta y se puso boca-arriba, pero aún continuaba mirándome, con el hocico húmedo y dilatado. Recuerdo que las crines eran rubias, y el pelaje a rayas grises y pardas, aunque bien difuminadas. 

Para terminar con la jornada, mi amiga vino a dejarme su champú de mora silvestre. Me lo apliqué en medio del paseo marítimo, y me dispuse a enjuagarme el pelo bajo la fuente de los pies de la playa. Como el champú era muy intenso, los dedos se quedaban manchados de negro y pringaba a todo aquel a quien tocaba. Así, manché a mi mejor amigo, pero no me atreví a tocar al joven del principio del sueño, ya que iba con camisa y estaba guapísimo.

PD: Yo sé que significan los detalles pequeños del sueño, pero ¿y el burro? Es que no entra en mi entendimiento. Ni racional ni irracional. No. ¿Por qué un burro ahorcado, tan lastimero? Y que ni rebuznaba. Venga ya. ¿Qué fumo antes de irme a la cama?