1.14.2012

Intranquilidad.

Un alma, dentro de un cuerpo, perturbada por los demonios. Ella huía en una caída larga y oscura, el aire frío, cortante. Los demonios y sus largos brazos le rozaban el cuello. No querían que ella huyese, no querían que fuera feliz. 
Cuerpo: Demonios nos persiguen, alma mía.
Alma: Las sombras nos invaden, pero soy víctima de la felicidad. Siento amor, soy libre.
Cuerpo: Corre, corre. Sálvate alma mía, la fuerza es la felicidad.
Alma: Llévame a la calma, llévame a la tranquilidad.
Cuerpo: Me pierdo en el deseo de alcanzar la felicidad.
Alma: Tienes que esperar. Tu mente es serena, sin embargo...
Cuerpo: Mi gratitud arde en mi pecho.
Alma: No basta, corre, vete, escapa, huye.
Cuerpo: Siente, alma mía, las laderas húmedas del valle. La noche está vacía y oscura.
Alma: Me duele, me duele.
Cuerpo: Sumérgete en el río, conmigo, alma mía. Que no nos vean los demonios.

Entre las ramas, los demonios se sentaban contemplándonos. La noche densa y pesada aplastaba sus tenebrosos corazones de piedra. La tristeza era el agua que se escurría entre el cabello de ella y el dolor de su alma. A ella, todo le dolía. A su alma, todo le hacía daño.

Cuerpo: Aún nos siguen.
Alma: Me duele, oh, me duele.
Cuerpo: Corre, ayúdame a volar. 
Alma: No puedo, tus palabras son como anclas.
Cuerpo: Sólo expreso lo que tú sientes.
Alma: Tus palabras pesadas como el plomo, se me aplastan en el corazón.
Cuerpo: Es tu culpa, oh, culpa tuya, por sentirlo.
Alma: Y tuya por imaginarlo.
Cuerpo: Oh, mi alma. No es nuestra culpa, ni la de él, ni la de nadie.
Alma: Son estos demonios, no se extinguen, nos persiguen.
Cuerpo: Alma mía, hemos de escapar de ellos, matarlos.
Alma: Siento amor, soy libre.
Cuerpo: Corre alma mía, la felicidad te hará fuerte.
Alma: Me hace débil como una ramita, me hace frágil e indefensa. Estoy pendiente sólo a entregar mi amor, sólo a hacer feliz a alguien.
Cuerpo: En la felicidad sólo sabes hallar un pozo de tristeza.
Alma: Ardiendo estoy, el miedo me consume.
Cuerpo: Aún no te han alcanzado los demonios, no temas.
Alma: Temo, temo. Temo al enfado, temo a un dios creador del castigo y la indecencia, temo a la vida y a la muerte, temo a la felicidad, temo a la tristeza. Temo al principio de una caricia que acaba en un cuchillo clavado frío y seco en el corazón. Temo demasiado, no puedo estar tranquila con tanto miedo.
Cuerpo: Nada va mal, temes por temer. No pasa nada, estrella pequeña, alma mía. Te inventas las cosas, no ha muerto ninguna voz, tu corazón no se para.
Alma: No lo entiendes, no me entiendes. Quiero conocer el futuro, mi inquietud me hace temer. Prefiero acabar yo antes de que se acabe mi mundo. Prefiero morir antes de que llegue el invierno con su soledad y sus cenizas.
Cuerpo: Temes demasiado.

Nerviosa, inquieta estoy. Si pudiera saber el futuro...