6.30.2011

Que aproveche

Apoyado en un muro gris estaba yo, mirando hacia arriba. Con una pierna apoyada sobre la otra, y las manos en los bolsillos.Veía como solo había un muro gris, a mi derecha y a mi izquierda. El muro gris estaba hasta que se perdía en el horizonte. Enfrente había una calle gris, y un bordillo gris. Y tras el bordillo, el mar. 
Y entonces es cuando el sol me clavó sus dedos en los ojos. Ahora veía manchitas grises por todas partes. Hacía un calor horrible. 
Nunca supe qué había detrás del muro. Quizás sólo fuese un gran muro y detrás continuase el muro. Muro por siempre, gris, duro y ardiente. 

Pero cuando llega la noche, el muro se vuelve un lugar incómodo. Me acurruqué en el medio de nadie sabe donde, mirando el mar. Las olas. Y entonces lo vi. Me levanté, y empecé a caminar. Caminaba y caminaba hacia el mar, hacia lo que vi. Pero me volvía pequeño, pequeño, y cada paso era más lento, más lento. La calle era cada vez más grande, y el muro crecía a mis espaldas.

Pero mira como el odio que tras el muro se esconde, detrás de tanta calma y tanta tranquilidad ficticia. Que estoy al borde del abismo entre el mar y mis abrazos, el odio cava en mí y hace los más grandes castillos. Mi mente de iceberg,, tras esa punta ¿que esconde? Odio, y más odio. Estoy enamorado del odio, y cuanto más miro a los ojos de quien hizo que fuera fuerte, más me pierdo en ellos. 
El viento deja paso al huracán, y de este, su ojo se clava en mí. ¿Qué quieres que arrase? ¿Qué quieres que destruya? ¿A por quien voy ahora?

 
Como el color gris vuelve a escalar mis tobillos, y vuelvo a apoyarme después de haber gritado silencio. En el muro, para siempre, he encerrado el odio. Que no salga, y por si me compadecía de él, también tapié la puerta. Ya el odio yo no lo alimento, pero cuando llueve y sale el sol crecen plantas carnívoras en su cabeza. No puedo controlarlo, pero puedo esconderlo. Me inquieto ante mi odio, viendo cómo ha crecido en pocos años. ¡¡¡Argh!!! Maldito, me entran ganas de escupirte. Odio hasta mi odio, mira como tiemblan mis rodillas. Del poder que guardo dentro, si por mi fuese, rodarían cabezas. Pero no, me quedo aguantando poder. 
¿Explotaré de odio? Que vá, él se vá comiendo el resto de sentimientos. El primer plato fueron los remordimientos, el segundo la empatía, y el tercero la cordura. 
Pero quedan más días que sentimientos, por lo tanto... Ya se comerá el odio a sí mismo.