¿Y mi melancolía? ¿Y mi tristeza? Sólo tengo días de fresa y uñas blancas de porcelana. No encuentro la inspiración en la fuente de mi belleza, y el dolor es bienvenido y transformado en alegría. ¿Qué hago aquí? ¿Qué me merezco? Solo obtengo lo que ha sembrado otro y sólo le dejo los restos. Y bien, ¿que he hecho por la gente? ¿Qué he hecho por mí? Cada detalle bien cuidado, me ha privado de mi tristeza. ¡No encuentro mi oscuridad! Entre dibujos muy obscenos me he escondido, no encuentro mi melancolía, mi inspiración, mis ganas de quejar y levantarme. Estoy a pan y agua, la tristeza me alimentaba. La felicidad me llena pero me vacía. ¿Por qué me ha abandonado?
Y es que quejarse es siempre gratuito. Por eso será que nos gusta tanto. Pero si me quejo sin ganas, es como regar a una piedra. No crece nada, ningún árbol da ningún fruto. Echo de menos mi tristeza, echo de menos el odiarme.