- ¿Y si me muero? Pues nada, ahora quiero morir.
- ¿Y por qué? Tú misma dices que quieres ver como evoluciona el mundo, y que querrías estar en él siempre.
- Ya. Pero, esque las cosas se van a poner peor. Y estoy cansada de odiarme, y luego arrepentirme de haberme odiado. Que es un ciclo vicioso.
- Es que tú no tienes por qué odiarte. ¿Quién eres para odiarte?
- Pues soy quien no quiero ser.
- Mira, que todos tenemos cosas que no nos gustan de nosotros mismos.
Y en lugar de seguir castigándome a mí, le echaré la culpa a otro. A quien sea. Al de al lado. Porque si dejo de odiarme ¿a quien voy entonces a odiar? (Notese la ironía que estoy haciendo con la frase: Si no me quiero a mí ¿a quién voy a poder querer?) Pues venga. Es hora de odiar.
- Despierta pedazo de cerda.
- Déjame dormir.- Dijo mi ego, volviéndome la cara.
- Que te levantes. *Le agarré del pelo a mi ego y tiré hacia arriba* -¿Esto es lo que quieres?
Que yo sé que siempre ha sido fácil quejarse y echar las culpas a otro. Que yo sé que en el fondo te pones pegas para deprimirte, porque te gusta. ¿Quieres que te azote? Entonces búscate otro motivo, por ejemplo, el haberle echo daño a alguien. No mereces que se preocupen por tí, cuando tú eres feliz y sólo buscas deprimirte. ¿Es que no te prestan atención? ¿Quieres llamar la atención? ¿Que coño pretendes deprimiendo y deprimiéndote? Si quieres, enfádate con el mundo y araña las paredes. Pero yo, no te voy a escuchar. Me acuerdo de que antes te acercabas a mí y me besabas, ahora quieres hacerme llorar. Déjame en paz, Obscura. Si quieres deprimirte, hazlo tú sola. Ni preocupes a nadie, ni castigues a los demás, ni te castigues más a ti misma.
Entonces, mi ego se levantó. Y como es jodidamente orgullosa, se volvió a ir lejos de mí. Porque no quería reconocer que tengo razón al menos una vez.