5.31.2012

Alter ego

Me dijeron que no abriese aquella puerta. La curiosidad se me clavaba en las entrañas. Abrí la puerta y la niebla me rodeó, creando cuatro paredes de un muro blanco.
De repente mi sangre brotó de las venas, chorros a presión, manchando la niebla y tiñéndola de rojo. Caí de espaldas, se cerró la puerta detrás de mí. Olvidé mi nombre, el de mis padres.

Detrás de la puerta había un espejo, en él, mi reflejo impregnaba el aliento tras el cristal, observando mi cuerpo mutilado y la sangre flotando, mezclada con el humo blanco.

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Todos tenemos un alter ego, una bestia oculta en nuestro corazón, que explota en algunos momentos. Esta bestia se forma a partir de las circunstancias que nos han ido creando como personas, parte de la bestia es herencia de las bestias de nuestros antepasados. Hace poco mi bestia quiso derramar sangre de otras personas, devorar corazones. 
Comienza un proceso de invocación a la bestia interior:
Primero, despiertan en mí todas mis ideas de misántropo.
Detestando la raza humana y la sociedad, estoy preparada para el siguiente paso, el de la sangre. Todas las malas ideas se aglutinan en el cerebro, se crea una energía que hace estallar el corazón. Energía del Caos, que busca romper y destrozar todo a su paso. Se unen las ganas de matar con las ideas de cómo llevar a cabo la muerte.
Finalmente queda un último rasgo, una pregunta que me hago a mi misma, en cuestión de nanosegundos. ¿Me debería controlar? Entonces me apago con solo pulsar mentalmente un botón. El ser humano tiene la capacidad de autocontrol, esa capacidad que nos previene de llevar a cabo la mayor atrocidad ideada por nuestras mentes.
Relajada, suspiro.
La primera vez que mi alter ego explotó, fue como una vacuna contra las demás posibles veces. Me redimo y me controlo, mis gritos sólo son del folio, como decidí aquella vez que exploté. 


5.28.2012

Bane

El amanecer desistió y se perdió en la colina. No se hizo de día, el Sol había muerto. Sobrevolaron el cielo enormes pájaros y oscuras criaturas, los brazos de las tinieblas hacían resurgir una tempestad en un ritual cíclico y arcaico.

Llovía sangre, las aldeas se estrenaron de luto una tras otra, los embalses se desbordaban... El cimiento de los castillos se resquebrajaba, los muros de piedra milenaria caían y se desplomaban, los cadáveres caían sobre los ladrillos rotos. El reino se sumió en una oscuridad desesperante, las noches frías congelaban poco a poco los alimentos. El Castigo había caído sobre la región.

Monstruosas criaturas, con escamas azules y piel viscosa, salían desde las profundidades del mar y de los ríos. Invadiendo las costas, las había que se peleaban entre ellas por los restos de algún humano muerto. Otras avanzaban hacia dentro, hacia el corazón del reino. A medida que pasaban por los bosques y llanos de climas áridos, sus escamas se secaban y se caían, dejando una gran alfombra ácida en el suelo. Los monstruos aclamaban, declarando la guerra.
Al principio se establecieron en un campamento ...

5.16.2012

Más feliz que Hitler matando judíos.

Es casualidad que vayamos a hacer 9 meses y se me ocurra escribir esto; es más bien porque después de la tormenta viene la calma, como dicen. Y me amas tanto que no podría imaginarlo, y te amo tanto que no puedes imaginarlo. Si te digo la verdad, no me gusta escribir cada vez que hacemos un cierto tiempo juntos, me gusta hacerlo cuando me apetece...

¿Qué te voy a decir nuevo, Guille? Si la cosa está en que te quiero como nunca he querido a nadie, que no pasa un momento en el día en que algo no me recuerde a ti. Si te habré dicho muchísimas veces todo lo que te amo y pienso seguir haciendo, de verdad. Soy afortunada porque me quieres, con mis defectos y virtudes (no tantas), y sobre todo porque en ningún momento hemos desconfiado el uno del otro. Al menos yo, me siento tan segura de mí misma estando contigo, estás aportando muchísimas cosas a mi vida, cosas que nunca se me ocurrieron, cosas que nunca he tenido antes. Espero que sea así también contigo. Definitivamente, esto es lo que se siente si te dijera que me "complementas". 

Me gustas por como eres conmigo, siempre intentas hacerme feliz y lo consigues porque importa mucho tu intención, y además sueles acertar en lo que haces. No sé que será lo que tú piensas de mí, pero una cosa es segura: me amas. No podría estar más feliz con otra persona o en otra vida, no sé qué habré hecho para ganarme tanta felicidad.

Si hay algo que pueda hacer para animarte, habrás visto que suelo estar cerca tuya y eso, y que siempre intento por todos los medios verte feliz. Y si hay algo que puedas hacer para hacerme feliz, es abrazarme (sí, con todo el calor que hace jajaja).
Te quiero, Guille.

5.13.2012

He matado al sol.

Sin darme cuenta, tan solo por egoísmo, sin querer hacerlo.

Cuando la noche se abre paso entre las cenizas, y la Luna no despierta. Todo al fin y al cabo son tonterías, no sirve para nada que imagine y piense. Porque soy inútil, lo soy y del todo. No solo ya pienso y digo cosas inútiles, sino que no sirve de nada que comprenda las cosas cuando las causo yo (dentro de mi inutilidad). Podría haber nacido árbol, y al menos daba oxígeno. Podría haber nacido roca para que nadie se acordase de mí. Podría haber nacido mil cosas, pero nací yo. O podría simplemente no haber nacido. 

Será quizá porque nunca me han dicho cómo soy, no. Más bien no me he querido dar cuenta y al final acabé siendo enemiga de mí misma.

5.06.2012

Creo en Dios, Todopoderoso, creador del Cielo y de la Tierra.

Como ya escribí una entrada antes, prefiero ir al Infierno antes que al Cielo. La verdad es que no creo en ninguno de los dos, pero poniéndome en la hipotética situación de que existiese...
He visto muchas familias yendo a misa. Allí había que estar callados y rendir tributo a un Dios crucificado. ¿Por qué? Aquel hombre dio la vida por unos valores, por respeto, igualdad ante razas, sexo y edad. Tolerancia y compasión, sinceridad, generosidad. Todos esos valores están corrompidos. 

No veo respeto, vivo en un mundo donde los programas de televisión con más audiencia son basura, donde las personas del plató se insultan entre ellas y no mantienen el turno de palabra. Vivo en un mundo donde el machismo se disfraza, veo anuncios como los de Actimel donde sale una mujer como ama de casa, haciendo las tareas domésticas y encima yendo a trabajar. ¿Eso es igualdad? Es decir, a mí el anuncio ese me estremece, ¿por qué la mujer es la que trabaja y lleva la casa? En mi casa, son mis padres los dos, los que trabajan y mantienen la casa. Otro anuncio de Skip es denigrante: llega el día de la madre, y como regalo se les ocurre poner el detergente más barato. ¿Eso que es? ¿Para decirles: Toma, limpia? A ver si para el día del padre hacen algo así. Luego, aquello de operarse para vernos mejor... Ni que naciésemos defectuosas. Y luego quedan expresiones curiosas. Si algo va mal, o cansa... es un coñazo. Si es genial, es la polla, es cojonudo. Si la mujer es hermosa, tiene que demostrar que es inteligente. Y el hombre, es como el oso, cuanto más feo, más hermoso. Y lo que es para llevarse las manos a la cabeza, lo peor de todo: El machismo consentido por las propias mujeres. Si a los hombres les atraen las mujeres con el vientre plano, pues se ponen fajas reductoras (cada vez las venden en más sitios). Si a los hombres les gustan los pechos grandes, pues relleno y escote (como un escaparate). A mí me gustan los rabos y no voy viendo a la hora de elegir novio el tamaño que más me gusta, es más bien un "lo que toque, tocó, y confórmate".

La igualdad de razas es algo que veo ahora más aceptada, sin embargo aún hay dichos como "trabajo de chinos", "¿y yo que soy, negro?" y más frases por el estilo. Sí, pertenecen al habla coloquial pero tienen una carga curiosa.
¿Y la igualdad de edades? Véase el típico abuelito, al cual no culpo de nada porque ya está entrado en años y desvaría, que va mandando callar a los niños de un parque. Ayer precisamente vi un matrimonio hablando, y el niño le estaba pidiendo al padre que por favor, hablase también con él, que se aburría. Pidiéndoselo por favor. Me entraron las ganas de hablar con el pobre niño, a ver si el padre le decía que no hablase con desconocidos. 

En cuanto a la tolerancia, no la encuentro ni levantando piedras, ni detrás de los espejos, ni en ningún sitio. ¿Cuánta gente habrá que cree que sus ideales son mejores que los de otras personas, y por ello tienen que rectificarlos? ¿Cuántas son las personas que creen que el mundo sólo tiene salvación si toda la población pensase de la misma manera que ellos? Es triste, pero cierto. Hay muchas personas que son morales, y saben cómo comportarse en las situaciones. Personas que pretenden ser justos por encima de todo, y está genial por su parte, siempre que no se olviden de que hay personas que no son como ellos. La tolerancia les ayudaría a respetar a las personas que no son así.

La compasión murió gracias a Nietzsche. Y por ello vemos pisos vacíos que el Estado no puede pagar, mientras hay cada vez más gente en la calle, hurgando en las basuras de otros que aún conservan sus casas.


Y esas familias, a las que me refería antes, que van a misa y se arreglan. ¿Son tolerantes, generosas, sinceras? Porque al menos las muchas que yo conozco se dedican a hacer de sus vidas una apariencia contínua, donde nadie les conoce realmente, ni se quieren conocer a sí mismos. Pierden horas de su vida al dedicárselas a un Dios que ha muerto por los valores que ellos están corrompiendo. 
Observando a estas familias, me he dado cuenta de qué clases de valores son los que priman en la sociedad actual. Por lo visto, la mentira, el engaño y las apariencias tienen que camuflar nuestra verdadera manera de ser. Hay personas que te miran bien, y te tratan con respeto, y es estupendo hasta que te das cuenta de que no te pueden ver y han sido más falsas que un judas de plástico contigo (como dijo mi amigo Carlos). Llegó el momento de sentirme tonta por haber creído en la falsedad de las personas. Pero luego me percato de que, todo eso, les servía para que las personas piensen bien de ellos. En cierto modo es comprensible, ¿no? "Mira esa familia, siempre tan correcta" y cambiarán de tema, porque no tienen nada por lo que criticar, salvo (perdonad si me repito) ese asqueroso engaño.

Yo no entro en ese juego porque ni creo realmente en un Dios, ni pienso poner en mi vida una cortina de valores que me den prestigio y protección ante las críticas.
Me gustaría expresar mi opinión de una manera moderada. Los valores que tanto se defendieron en su época no son ahora más que una farsa para dar valor a las vidas de las personas, para dar prestigio. Además, y todo sea dicho, estos valores ayudan a juzgar a las personas, cosa con la que no estoy muy de acuerdo. Si Dios, para darte sitio en el cielo, te hace un juicio... Yo sinceramente prefiero que no me juzgue.
Luego miro al currículum (lo siento, Carlos, te robo la expresión) de Lúcifer. Él luchó en contra de un Dictador para poder hacer lo que su voluntad de hombre libre le marcaba. Se dejó guiar por sus instintos y su corazón, pero desobedeció las leyes de aquel Dios. Fue expulsado del Cielo. Se le negaron todos los placeres de la vida y se le cerraron las puertas del Paraíso Eterno. Y la verdad, es que yo estoy hecha de la misma carne que el Demonio. No consiento que me digan lo que tengo que hacer, detesto que me juzguen y me resulta repugnante todo aquel ser vivo que obedece por temor. 

Me compadecería del Dios que murió. Dicen que eran tres, uno Creador Padre, Dictador ante mis ojos. Otro, Hijo Piadoso, el cual se ganó mi respeto al dar la vida creyendo poder cambiar la humanidad. Y tres, el Santo Espíritu, que era la Paloma Blanca, el pajarito que le contaba los pecados de los hombres a Dios, para que éste juzgase. Sinceramente, no me creo ninguna de las tres posturas, pero ya digo, que puestos a creer en algo... Prefiero conservar mi voluntad a costa de mi felicidad antes que estar presa en una jaula de oro.

Después de haber escrito lo de arriba, recordé aquellas personas que creen por miedo a morir sin saber qué pasa con su vida. En un primer momento, intenté hacer lo mismo, pero no fui capaz. Al fin y al cabo, morimos, creo más en la Ley de la Naturaleza que en un Dios Todopoderoso que me vaya a resucitar.
Y me parece genial que haya personas que se dignan a ayudar, ya sea por creer en Dios, como por cualquier otra cosa.
Aunque también he escuchado aquella justificación de "si todo el mundo cree, será por algo". Lo cual me recuerda a las modas tan estúpidas que sigue tanta gente. A ver, tan solo se trata de mi opinión, pero supongo que si "todo el mundo cree" es porque fue educado en la época franquista, en la que se dio un retroceso en la educación. Mientras en Europa se estaba llevando el ateísmo (con Nietzsche y alguno más), España estaba aislada. La mejor manera de ahogar las quejas de la sociedad era darles Fé en un mundo mejor. Se tenían que conformar, y así es más que evidente que muchas abuelas y abuelos hayan creído fervorosamente en Dios. Una vez educadas estas personas, enseñarían "el camino del bien" a sus hijos, y estos a sus nietos (qué épico suena en realidad). Sin embargo son cada vez más las personas (especialmente jóvenes) que se niegan a creer en Dios. Evidentemente, cada opinión es respetable y tan digna como cualquier otra.

PD: Después de haber rectificado tantas veces el mismo texto, espero que nadie siga añadiendo su opinión. De todas maneras, queda abierto a sugerencias.

5.05.2012

Cielo, ¿o Infierno?

Cielo, ¿o Infierno?
¿Quieres ir al cielo y ver a los ángeles, almas blancas y puras? ¿O quieres morir quemado por las brasas de Lúcifer?

- Oh, Dios, juzgarme. Eres el único que puede liberarme. Una palabra tuya bastará para sanarme. Dime que tengo que hacer. Dime que tengo que parecer.

Líbrame de mí misma, Dios, Omnipotente. Tengo que parecer buena, pura, sincera y amable. Tengo que parecer honrada, buena, he de ir a verte. A tu templo. ¿Para qué?
Cuando acaba la vida, tenemos un juicio. ¿Cielo, o Infierno? ¿O el Infierno? 

No quiero que me juzguen después de muerta porque viva ya lo hacen, y si Dios quiere salvar mi alma, hará mal dejándola junto al resto de almas de la sociedad. Exijo un lugar especial, no soy un ángel ni quiero serlo.
Y así no quiero ser juzgada. Quiero jugar con fuego, quiero hacer arder a todo el que no valga la pena.

Y como mi corazón arde y se regocija con vuestra estupidez, quiero el Infierno. Yo soy yo misma, no voy a cambiar mis valores para ganar al ser juzgada. Si un Dios no me quiere, me iré con otro. O con ninguno.
¿Cielo o infierno? Sólo yo me conozco, y a veces ni eso. Todos los juicios que me hagan serán en vano.
Y ahora, ¿cielo o infierno?

5.03.2012

Alfombra Roja

Evadiéndome de un mundo tétrico y chirriante...

Hace tiempo alguien me preguntó que qué era para mí la felicidad. Coherencia. Y ser consecuente. Me doy cuenta de que el mundo en el que vivo no es el ideal para que yo sea feliz, entonces. Las apariencias importan tanto. Tenemos que ser y que tener, ha de haber una barrera que aniquile una verdadera visión de quienes somos de verdad. 

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La bola de color nácar se resquebrajaba. Perdida en un bosque, emitió un destello místico y débil en medio de la noche. Nadie supo qué fue aquella primera llama. Los humanos que quisieron acercarse fueron fulminados con ascuas. El silencio del bosque daba realmente miedo a quien conocía esas historias. Bosque, bosque quemado. Allí había nacido una criatura de un huevo de color nácar. 

El miedo y la rabia se conocieron en el corazón de la criatura. Se dio cuenta de que el Hombre había perdido la inocencia para siempre, que rezaba y suplicaba a un Dios para luego hacer lo contrario a lo que éste les dictaba. La criatura vio que no podía rendir culto a alguien que no compartía su tipo de valores.
La Luna, roja de Ira. La tortura se encarnó una vez más en el cuerpo del Hombre, que fue a darle caza. La criatura, asustada, volvió a escupir fuego por su pequeño morro escamoso. El Hombre quería sus pieles de lagarto para crear joyas, el Hombre le haría daño - pues no venía a otra cosa-. Todos querían saber qué pasaba en el bosque quemado, y el Hombre se encargaría de resolver el misterio.

Y allí estaban, el Hombre y el Dragón, uno frente a otro. Dragón, fiel a su honor. Hombre, fiel a su omnipotencia sobre todos los demás seres. Nadie podría explicar exactamente qué pasó. Ambos cuerpos chocaron silenciosamente en la imaginación del Dragón. El Hombre herido vagaría eternamente arrastrando su dolor. Él vengaría al Dios del Hombre, ignorado y maltrecho en un mar de valores que ya tan sólo servían para dar un carácter de nobleza falso.

Ira, inocencia, miedo, silencio, libertad, tristeza, oscuridad. Todo latía en las sienes del Dragón. Finalmente el Hombre lanzó una espada, que se hundió rápidamente en su corazón. No había Bosque para los Dragones Nobles, no había luz para los que ya la tenían en su corazón. No había sitio en el mundo para un Dragón de Honor Medieval, que basaba su honor en la pureza del corazón, al igual que el marginado Dios de los Humanos.

La sangre teñía el paso del Dragón haciendo de su huida una gran gala de despedida sobre una alfombra roja. 

5.02.2012

La órbita del Caos

Antes he comido un bocadillo de atún y lechuga. Tenía algo de cebolla. Ahora me estaba limpiando las migas que se habían quedado en las uñas. Estaba pensando en algo muy malo, como las mentiras, pero peor.

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Es cuando la Luna abrió los ojos, complacida por el calor del Sol en su espalda. Sin verle, ella creía que podría verlo en cuanto se girase. Imaginó muchas veces que se giraba y le veía la cara, pero en realidad no ocurrió así.
La Luna giraba en el frío del espacio exterior, giraba persiguiéndose la cola como un perro estúpido. Creyó que todos los astros eran igual que ella, blancos y brillantes. Claros. 
Pero, no. No todos los astros eran iguales. El Sol que ella tantas veces había imaginado estaba allí calentándole la espalda. De nuevo. Entonces ella se giró, en busca del rostro del Sol. Pero no vio su rostro. Vio un círculo negro, y un pedacito de Sol. El círculo tapaba la expresión del Sol, y ella creyó que era algo puesto en medio de los dos. Ella creyó que entre el Sol y ella tan sólo había otro astro, pero que aún así estaban unidos. 

Se equivocó. El astro negro, como una gran mentira, tapaba la expresión del Sol. Y la Luna entonces se acordó de porqué ella siempre escondía su cara. Se dio cuenta de que había estado girando todo el tiempo en torno a ese astro, a esa gran mentira, y que realmente el Sol calentaba a la mentira, como el que alimenta una alimaña. La Luna no encontró fin a su decepción, volvió a mirarse a sí misma. Su cara. Nunca había visto su cara. La del Sol parecía enfadada, o molesta, aunque no distinguió bien la expresión por aquella mentira. Pero ¿su cara? Siempre oculta, se sintió imbécil por creer en algo distinto de sí misma. Muy imbécil. Su semblante taciturno dejó de mirar a la mentira, cerró finalmente los ojos y se dejó llevar suavemente en la órbita del Caos.