6.28.2013

another night in moscow

El sol brilla tenue tras la escarcha de la ventana. Fuera los copos de nieve danzan tranquilos en el aire puro y limpio. Los árboles están nevados. La imagen es preciosa, pero fría, en el patio de este hospital ruso. Con la mirada fija en la ventana, un niño ve caer la nieve. La enfermera le mira desde la silla que hay junto a la puerta, está ahí cuidándole desde que le diagnosticaron cancer en la sangre. 
El niño está muy débil ya, pero no es consciente de que va a morir. Él nunca ha podido tocar la nieve, y acerca sus manos a la ventana. Es muy pequeño y frágil como para poder hablar. La enfermera se da cuenta de que sólo es un niño, y le abre la ventana dejando entrar el frío en la habitación. Entonces un copo de nieve se cuela y el niño, estirando su brazo hacia él, lo derrite con la yema de sus dedos.

6.10.2013

Una pequeña aldea

Tengo más conversaciones dentro de mi cabeza que con nadie.
El suelo es llano y árido, lleno de cenizas tras aquel incendio No quiero que nada crezca nunca más aquí. Donde había grandes paredes levantadas ahora solo quedan ladrillos rotos y escombros. Donde había camas, ahora hay lápidas. Entro en razones, ése era el verdadero motivo por el que quise quemar el hotel. Ahora un aire gélido que huele a muerte rodea la zona. Todas esas personas que ya no estaban en mi vida, ¿para qué quería yo guardar hueco en mi hotel para ellas? Supongo que esperaba a que volvieran, pero supe hace relativamente poco tiempo que aquellas que sólo dejaron un recuerdo no merecían que yo les dejase un hueco en mi mundo. Por lo que ahora hay un cementerio donde enterré toda la basura que estas personas guardaban en mis cajones.

¿El hotel? He hecho algo mejor. Una pequeña aldea llena de casitas bajas, un mini barrio al cual he transladado a todos mis amigos. A los pocos que merecen la pera andar por las calles de mi mindo.
También he vuelto a poner una fuente a la entrada, eso no cambia. Pero ahora hay un pequeño río detrás de las casas. Las paredes de madera y el suelo de mimbre, en ese lugar nunca llueve y nunca hace calor. Cada uno ve el cielo como le gusta verlo, yo siempre lo veo nublado como los días grises de Octubre.