10.22.2014

La guerra II

Vi un brillo en sus ojos claros que jamás podría describir con palabras, me dedicó su mirada más traviesa y un sentimiento de complicidad trepó desde mi estómago a la boca, haciendome sonreír y morderme el labio.
Nos miramos fijamente, sus pupilas me ponían nerviosa, y lo único que deseaba era correr a sus brazos. Aquel hechizo era muy fuerte, me hacía sentir cosas muy profundas, como si hubiese sembrado el caos en mi corazón y me hubiera convertido en su ghoul para siempre. Necesitaba tenerle más cerca.

Y ese día le tuve. Él fue quien me agarró y me dejó reposar la cabeza en su pecho, me abrazó.
En la lejanía nos pareció oír un revuelo de gente, algo que sonó como una serie de gritos descontrolados a los que no prestamos mucha atención. Seguí abrazando su cintura, enterrando la cabeza entre sus brazos. Aquello que sentía hizo que sin darme cuenta comenzase a emitir ráfagas de viento que formaron pequeños remolinos a nuestro alrededor.
Mientras tanto, el barullo parecía cobrar más fuerza, esta vez fueron gritos de guerra. Una fuerte ráfaga de aire levantó el polvo de los alrededores. Se oyeron un par de disparos, y a escasos metros del refugio, gruñó alguna criatura extraña.
- Un dragón. No hagas ruido y ven. -Se escabulló por la puerta trasera del refugio.

Desde la esquina de la casa vimos la particular escena. Un dragón mediano, de unos seis metros de envergadura, sosteniendo un huevo medio roto entre sus manos.
- Parece nervioso, mira cómo mueve la cabeza a los lados y sacude el cuello.
Alcé los brazos y con ligeros toques de aire acaricié su cabeza. La bestia se acercó a nosotros sin ninguna intención de atacarnos.
- Vienen a por mi, guardad esto. -Me entregó el huevo roto. -Tengo que irme, adiós.
Alzó el vuelo rumbo a la aldea, nos quedamos hipnotizados por el azul celeste de sus alas mezclándose con los colores del cielo.
- ¿Qué?
- Ese dragón siempre vuela cerca de la costa, tras las montañas no se le ve, y suele bañarse en alta mar. Más de una vez nos hemos visto creca de las rocas escarpadas. -Hice una pausa al sentir que el huevo se movía.
- Nunca había hablado antes con un dragón. Ni sabía que hablaban nuestro idioma.
- Ni yo.
- Déjame ver el huevo.
- Creo que tiene una cría, toma.
- Oh, joder, sí que pesa.
- ¿Sigue moviéndose?
- Sí. Aunque está muy frío.
- ¿Le damoa calor?
- Ah, ¿pero no es esa su temperatura?i

Y la cola del pequeño salió del huevo.
- Lo único que sé sobre dragones es cómo cazarlos.
- Yo poco más.

El dragoncito era blanco como la cáscara del huevo que sostenía en sus manos. Estábamos tan nerviosos y llenos de dudas que lo único que pudimos hacer fue contemplar cómo saltaba del huevo al suelo. En la caída, se agarró a las piernas del chico, hundiendo sus uñas en los gemelos. Ahogó un grito contra su brazo.
- Está bien, ¿qué hacemos?
- Voy a cogerlo. Que no se vaya. Ve a limpiarte esa herida. -No quería sonar mandona, pero no podía articular bien.
- Sí. -Dudó un momento, y me arrojó una tela que había en el suelo.- Usa eso si lo necesitas. Se fue a por agua.

Perseguir al cachorro no fue tarea fácil, resoplaba y corría dando saltitos por toda la habitación. Tuve que lanzar la tela a la ventana para que se alejase y no saliera fuera. Para el dragón bebé, aquella ridícula persecución parecía un juego. Sus movimientos eran ágiles, yo tiré una silla intentando atraparle. Me golpeé la cabeza contra una esquina cuando me agachaba. Me caí de culo cuando evitaba pisarle la cola. Y se subió en mi regazo de un salto.

10.19.2014

La guerra.

Los rayos de luz se difuminaban a través del polvo del aire, rozando el perfil de su rostro desde la izquierda, de modo que el lado derecho de su cara quedaba sumergido en la sombra.
Su respiración era tranquila, su expresión transmitía toda la paz que faltaba en el resto del continente, aún en guerra contra los dragones.

Ajeno al peligro, descansaba en su refugio de madera situado entre los árboles de una montaña enana. El bosque de esa zona era lo suficientemente denso como para que la luz fuese tenue, pero sin llegar a hundirse en la penumbra.
La ladera donde se encontraba su refugio daba hacia el mar, y si se prestaba atención, podía escucharse el romper de las olas en las rocas escarpadas.

Esa estación del año era la más cálida, por lo que reposaba las preciosas líneas de su cuerpo sin más abrigo que una camiseta de tela gastada.

En el pueblo solían decirle que con esfuerzo podría llegar a ser un gran mago, pero él, más interesado en las armas, había desarrollado una envidiable habilidad con hachas y espadas. Aún así, y aunque por accidente, uno de sus hechizos llegó a mi corazón a través de su mirada.

En uno de mis paseos por las rocas escarpadas descubrí aquella pequeña estructura de madera entre los árboles. De no ser por el vuelo fortuíto de un ave rapaz que pasó delante del refugio, quizá nunca me habría percatado de su existencia.
Cuando me acerqué, le vi allí tendido, tranquilo a pesar de mi presencia.
Nos conocíamos de mucho tiempo atrás. Desde entonces, las líneas difusas en sus manos se habían convertido en surcos en la piel que dibujaban las líneas de sus huesos.
- Estaría bien que explicaras algo.-Se limitó a decir desde su posición.
- Desde que aprendí a dominar el aire y el agua, he venido a practicar movimientos todos los días a la orilla. Hoy, sin embargo, encontré este lugar mientras daba caza a un halcón. No quiero molestar...

Mis explicaciones me hacían parecer estúpida cuando las repetía dentro de mi cabeza. No estaba segura de querer estar allí, pero él se echó a un lado haciéndome el gesto de darme asiento a su lado.
- Enséñame como lo haces -me dijo mirando las yemas de sus dedos- siempre te he visto desde aquí moviendo las olas.
- Oh, ¿de verdad? -Me sorprendí al saber que todo este tiempo había sido observada.

Alcé mis dedos y acaricié el aire que rodeaba su camiseta. Con el gesto de pellizcar el aire, tomé algo de energía, y con la yema del dedo índice lancé una pequeña ráfaga al interior de su ropa, haciendo que se inflase. En el movimiento, dio un respingo que no pudo evitar contener.

10.15.2014

Entre infinitos mundos

Que todo eso me da igual. Dejaría la sala vacía, sin muebles, sin estanterías, sin el ordenador, sin la cama... Sólo el suelo, la puerta, cuatro paredes y un techo.
Y aún así, estaría llena.

Eso es exactamente lo que pensé al entrar en una casa que me encontré hace poco tiempo. 

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En mi mundo, había un hotel, y una fuente, y supuse que había ruinas tras haber quemado las imágenes de todo aquello en un ataque de frustración y odio hacia todo en general.
Pero no, el viento se había llevado las cenizas, el río se había llevado los escombros muy, muy lejos del incendio.

Es como si "mi mundo" estuviese protegiéndome, como si la vida se abriese paso. Aún así, quizá por el odio, aún quedaron ciertos temblores como pequeños terremotos.

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Pero al ver aquello, la idea de tener un mundo para mí se derrumbó por completo. ¿Qué hacía aquella casa en "mis dominios"?
De repente sentía como si el pequeño planeta duplicase la velocidad de su órbita, como si la gravedad aumentara. Me sumergí en un estado de confusión al ver que, en contra todo lo que siempre había pensado, no estaba sola.
No vivo sola en este mundo.
Nunca le había visto, quizá por fortuna, quizá porque no quise acercarme demasiado.
Pero allí estaba él.

Si ese mundo necesitase realmente un Dios, le cedería el trono que siempre supuse tener.

Pero aquel mundo lleno de hojas me parece hasta lejano.

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Podríamos gobernar aquel mundo los dos juntos. Eso le pedí que hiciéramos. Se vino conmigo. El mundo ha dejado de parecerme solitario, aunque también ha dejado de ser mi escape para aquellos días en el que el mundo de todos me agota demasiado.
Ahora mi escape es él, y cualquier sitio a donde me lleve.

Y así, en cualquier sala vacía, en cualquier sitio sin nadie, si está él, allí estaré mejor que en ninguna otra parte.

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El mundo se ha quedado tan pequeño que a lo lejos apenas puedo distinguirlo del resto de puntos brillantes del cielo.
Cualquier parte donde esté, es mi hogar. Dejamos huellas en cada sitio donde estamos.

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O te quedas, o me dejas quedarme. Pero no quiero volver a ese mundo, y menos sin ti.

10.01.2014

Volví a esa cueva y no había nadie. Aquello que había visto sólo eran mis propios temores reflejados en el agua, y un hombre escondido tras el hielo.
Mirarle a los ojos quizá me convirtiese en cuarzo, quizá aquello que le conté pudo haber provocado una respuesta que me hubiera congelado en el momento. Quizá entonces no habría huido, sino haber intentado hundirme en el agua profunda y congelada.
Sin embargo, lo que de verdad pasó no es algo que pueda contarse con palabras o ilustrarse con dibujos. Lo que ocurrió después de que mirase dentro de sus ojos, simplemente fue lo mejor que ha podido ocurrirme en estos no sé cuántos años. Simplemente no puedo opinar, supongo que hice un milagro al abrir la boca y, de una vez por todas, decirle que no podré olvidar.



http://ilvynfeels.blogspot.com.es/2013/04/adios-aunque-me-ardan-los-ojos-el.html

Landscapes

This nights are filled with the most warm presence I've ever met. 
Fire has destroyed the Hotel and all its hallways. All the rooms are shattered, the corridor's wooden floor has been burnt into cinder merciless.

I've ruined the whole city where I used to walk in silence. There's no longer a way for me to evade the real life now. I am not alone in this head. 

The curse upon me has been released by a gun shot. I don't dare to believe this is real, don't wanna question the holy gift has been given to me.
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A shadow beckons me with a single sight. 
As I join the shadow in it's way to a bridge, I realise I'm a shadow too. 
The night surround us in silence, there's nothing in the sky but a few stars and a bright red moon hiding in the horizon. But it doesn't feel sad, it's rather peaceful, the way we use to stare at these landscapes. And when we hug, the dark shadow inside us just dissapear, leaving all the warm light with us.
It feels like we are but two motionless souls in the middle of the universe, watching the stars and joining them with our shine.

Thanks you for being here in a place nobody could stay.